martes, 30 de noviembre de 2010

Nostalgias

Aqui una de las canciones que  más me gustan del fantástico "Free boleros" de Mayte Martín y Tete Montoliú.





A pesar de que originalmente se trata de un tango, el fraseo de Mayte Martín y el fondo jazzístico de Montoliú nos permite paladear la letra con el regusto nostálgico del título.

Si tuviera que continuar con la antología de canciones tristes que voy creando en este blog, nada mejor que añadir otra interpretación de la misma Mayte.
 El ritmo de bulería que le imprime a esta tan versionada canción de Manuel Alejandro no mitiga la hondura y el sentir de la letra.
Sigo pensando que la música popular es la expresión más viva de la poesía de nuestro siglo. Seguiremos demostrándolo

domingo, 15 de agosto de 2010

Creación de mi entorno personal de aprendizaje (, o sease PLE, en siglas inglesas)

Este fin de semana me he dedicado a intentar ordenar las herramientas que utilizo de forma que ya puedo presumir de tener (ya lo tenía, pero no lo sabía) un Entorno Personal de Aprendizaje.

Como referencias de lo que he utilizado para ordenar las distintas herramientas, dejo un par de enlaces a una presentación de Juanmi Muñoz que fue mi inspiración y a un post en el blog Nodos Ele, que me llevó a documentos presentados en la reciente conferencia sobre el tema.

Adjunto un muestrario de diversos PLE a la espera de terminar de definir el mio y colgarlo aquí

domingo, 6 de junio de 2010

Contra la corriente, un oportuno artículo de Vidal-Folch

Uno de mis columnistas económicos "de cabecera". Contra el pesimismo imperante, las cifras y la voluntad de no dejarnos arrastrar por los profetas de la catástrofe. La economía, nuestra economía sigue siendo en parte el resultado de un estado de ánimo.
Por eso es importante mantener el equilibrio y una visión optimista o al mentos bien informada.





XAVIER VIDAL-FOLCH

Contra la corriente

XAVIER VIDAL-FOLCH 03/06/2010
Solo las almas vasallas aplauden los espejismos dominantes. Como ese ácido olor a funeral por la economía española que alimenta al cabalgante aumento del riesgo país. Contra esa miseria habría una vacuna, aunque solo es eficaz si se usa bien, y con arrojo: los números.
Quienes asociaron el mal temple de nuestra economía al de Grecia y otros pigs empezaron criticando el excesivo endeudamiento público. El Gobierno reaccionó tarde, recordando machaconamente que la deuda pública era en 2009 solo el 55,2% del PIB, 20 puntos menos que la de los vecinos europeos.
Entonces, fase dos, se adujo que lo peor no era la deuda, sino la velocidad de su aumento: el déficit. Del 11,2%, justo por debajo de Reino Unido. La réplica fue que pese a todo, no crecería más allá del 75% (el nivel común) en cinco años.
En el tercer acto dieron en descubrir que el flanco débil no era la deuda pública, sino la deuda-país. O sea, la suma del endeudamiento de las administraciones, las familias, las empresas y los bancos.
Ahí mordieron bien. La deuda total casi cuadriplicaba la producción de un año. O sea, ascendía a unos 3,9 billones de euros, en torno a un 390% del PIB, según estimaciones de AFI. Un horror.
Alguien acaba de desagregar de esa cifra las deudas cruzadas entre los distintos sectores. Con datos homogéneos del servicio de estudios que dirige Jordi Gual, el director general de La Caixa, Juan María Nin, dio la campanada en la jornada anual del Círculo de Economía, en Sitges. La deuda-país global española es solo del 289% del PIB (Reino Unido, el 286%; Holanda, el 284%), sostuvo.
Dentro de ella, la privada, del 227% (Reino Unido, 217%; Holanda, 209%). La pública, según Eurostat, del 53,2% en España (Reino Unido, 68,1%; Holanda, 60,9%). La exterior, del 165% (Reino Unido, 405%; Holanda, 170%).
La comparación con ambos países tiene morbo. Reino Unido alumbra los estándares y establece las referencias. Holanda es el copiloto de Alemania en la cruzada por la ortodoxia presupuestaria europea. Pues bien, los datos fríos sitúan a España cómodamente junto a esos dos socios, a quienes nadie pone en la picota.
"¿Qué esconde ese endeudamiento, solo un fondo de comercio discutible o hay detrás inversiones reales?", concluía Nin. "El problema es que no sabemos explicar de forma coherente la economía española", remataba. Falta un relato vigoroso, una espina dorsal explicativa, coincidían todos.
Si se logra superar el tercer acto, es decir, relativizar el endeudamiento global, llegará el cuarto. De hecho, ya está ahí. El argumento será que el paro y la débil densidad empresarial española prefiguran una recuperación asténica, insuficiente para afrontar las deudas. Quizá. Remando también contra corriente, Miguel Boyer adujo que las exportaciones reales de bienes y servicios entre 1996 y 2005 crecieron en la campeona Alemania un 7,6% acumulativo; seguida de España (6,7%); Francia, y Reino Unido (5,1%); EE UU (4,1%) e Italia (2,4%). España ganó cuota. Y en 2.010 va recuperando.
Vale, dirá Don Pésimo, pero exporta poco en relación con su PIB. Otro espejismo. Salvo Alemania, en que las exportaciones suponen el 47,2% del PIB (datos del Banco Mundial para 2008), los otros van a la par: Reino Unido, 28,9%; Italia, 28,8%; Francia y España, 26,4%.
De modo que las cifras perfilan una situación menos trágica que la que se empeñan en divulgar los mercados. Otra cosa es que los políticos defiendan bien los números, o que sean creíbles cuando lo intentan. Cuando fallan, los espejismos se convierten en espejo cóncavo.
También con ánimo de molestar, asociemos a estos nombres que ponen el foco en el otro lado de la luna, al presidente de Abertis y del Círculo, Salvador Alemany. Cerró Sitges con un discurso a retener para la reforma fiscal pendiente: "La imposición directa no puede estar tan sesgada en perjuicio de las rentas salariales con relación a otro tipo de rentas, protegidas por la dificultad de su control o el temor a su deslocalización". Porque al cabo, ese sesgo antisalarios "constituye una mayor presión fiscal sobre el tejido productivo". No lo proclama un pelanas, sino un ejecutivo de postín.







http://www.elpais.com/articulo/economia/corriente/elpepueco/20100603elpepieco_9/Tes

martes, 25 de mayo de 2010

Frankenstein educador y El espíritu de la colmena.




Durante la lectura de “Frankenstein educador”,mi mente no ha podido abandonar una asociación constante, de la que tendrá que desprenderse aquí, so pena de convertirse en obsesión.
El título, la imagen de la criatura de Frankenstein, del monstruo, cuya fabricación es el leit motiv del libro de Meirieu para describir y criticar una manera de entender el proceso educativo, me venía continuamente a la memoria desde la perspectiva de los ojos de Ana Torrent en la maravillosa película dirigida en 1973 por Víctor Erice, (en mi opinión la mejor o una de las mejores del cine español).




Sólo faltaba la mención a las abejas en los inicios del libro de Meirieu para que se desencadenara una serie de sinapsis que enredaban uno y otro discurso.

El espíritu de la colmena, inspirado a partes iguales en “La vida de las abejas” de Maurice Maeterlinck y en el clásico de James Whale de 1931 “Frankenstein”, con un guión de Ángel Fernández-Santos y del propio Erice , es una película sobre la infancia, sobre la mirada infantil y su capacidad de distinguir realidad y fantasía. En el fondo un poco sobre el proceso de aprendizaje, o así quiero verlo ahora, influido por la lectura de Meirieu.

También es una alegoría del aislamiento y la búsqueda de la propia voz en una España desolada, como el campo castellano en que se sitúa la película.




Sinopsis
Año 1940. Un pueblo perdido en la meseta castellana. Es domingo y llega la camioneta del Cine. En el desvencijado edificio que sirve para todo, se improvisa la proyección. La película: “El doctor Frankenstein”. Durante noventa minutos por las calles solitarias del pueblo resuenan las viejas palabras del mito romántico. En el improvisado salón, entre los espectadores dos niñas: se llaman Isabel (Isabel Tellería) y Ana (Ana Torrent). Siguen atentamente la proyección. Son hermanas. La pequeña, Ana, pregunta a la mayor por qué el monstruo mata y por qué al fin muere. Son las primeras preguntas que Isabel resuelve gracias a su imaginación: el monstruo es un espíritu que puede aparecerse siendo su amigo y convocándole a través de ciertas palabras. Lo que para Isabel es un juego de la imaginación, para Ana acaba siendo una realidad vital. Ella quiere al monstruo. Le busca. Le convoca. El viejo caserón donde viven las niñas con sus padres se va llenando de la presencia de algo impalpable que sólo Ana parece profundamente decidida a descubrir. Fernando (Fernando Fernán Gómez) y Teresa (Teresa Gimpera), los padres, viven sus nostalgias, sus frustraciones, sin aprovechar lo que esconde la mente de su hija pequeña. Un día, Ana desaparece. La búsqueda será angustiosa. La niña será hallada. Pero nadie, salvo ella, podrá conocer el final de la aventura.1


Como todas las obra memorables, las lecturas posibles son múltiples y los mensajes que podemos extraer a veces hasta excesivos. Ocurre especialmente en las obras hechas con inteligencia bajo la admonición de la censura, en la que la simbología y los mensajes crípticos parecen emerger en cada plano y en cada escena, a veces pasando por encima de la intención del autor.






¿Qué hay de común entre el libro de Meirieu y la película de Erice?

En la escena inicial de la película y en una especie de metadiscurso, escuchamos la admonición con la que un presentador en el film de Whale nos prepara para la historia y que, en el caso de la proyección en el contexto de aislamiento y penuria de la meseta castellana de la posguerra, suena con especial dramatismo:


El director y los realizadores de esta película no han querido presentarla sin hacer antes una advertencia. Se trata de la historia del doctor Frankenstein, un hombre de ciencia que intentó crear un ser vivo sin pensar que eso sólo puede hacerlo Dios. Es una de las historias más extrañas que hemos oído. Trata de los grandes misterios de la creación: la vida y la muerte. Pónganse en guardia, tal vez les escandalice. Incluso, puede horrorizarles. Pocas películas han causado mayor sensación en el mundo entero, pero yo les aconsejo que no la tomen muy en serio”


Lo cierto es que el poder evocador del mito prometeico encuentra en Frankenstein una continuación que se retroalimenta de la modernidad en el sentido de que no es solamente una obra exaltadora del romanticismo, una historia gótica o de fantasmas sino que entronca con una crítica sutil del espíritu ilustrado.
En este sentido Meirieu 2, siguiendo a Dominique Lecourt, nos advierte de que existe una lectura del mito disuasoria del avance científico, que ve en el conocimiento y la ciencia una superación del orden natural rousseauniano y lo pernicioso del progreso técnico.

Desconfiemos pues tanto de la intención de la joven Shelley como de los sucesivas reediciones del mito, que revisita Meirieu y que en términos puramente cinematográficos resumen Jordi Balló y Xavier Pérez en uno de los capítulos de “La semilla inmortal”, el lúcido ensayo sobre los argumentos universales en el cine publicado en 19973.

Por dos razones. Nos presenta un mito de la educación como fabricación, que se nutre de dominio y abandono ; recuerda la dialéctica del Amo y el Esclavo hegeliana que aspira a que el educado reconozca libremente el dominio que ejerce sobre él el educador en una suerte de paradoja irreductible.

Por otro lado, la desconfianza ante el papel de la ciencia remite a actitudes premodernas y que hasta cierto punto entroncan con una pedagogía inmanentista o perennialista.

El origen del título, explica Erice, es el siguiente:

El título, en realidad, no me pertenece. Está extraído de un libro, en mi opinión, el más hermoso que se ha escrito nunca sobre la vida de las abejas, y del que es autor el gran poeta y dramaturgo Maurice Maeterlinck. En esa obra, Maeterlinck utiliza la expresión “El espíritu de la colmena” para describir ese espíritu todopoderoso, enigmático y paradójico al que las abejas parecen obedecer, y que la razón de los hombres jamás ha llegado a comprender”.4


Para Meirieu la abeja es el símbolo de la predestinación genética, de una sociedad determinada (no me gusta la dicotomía que él utiliza entre democracia y monarquía aunque la imagen sea poderosa o al menos sugerente). El caso es que el hombre se expone a la dependencia de los otros en la elección de sus valores y para su propia supervivencia. El proceso educativo del niño precisa la ayuda del adulto que le ayuda a desarrollar sus capacidades, a construir un entorno y, cómo explica Meirieu, a realizar una función de enlace entre las generaciones.

En la película de Erice la herencia cultural se rompe. Aquí es el papel de Fernando (Fernán-Gómez) el que resulta clave. Es un hombre al que presumimos un pasado culturalmente activo y comprometido (sus fotos con Unamuno, los libros, su carácter reflexivo y su contemplación casi diríamos obsesiva de la vida de las abejas,a las que tiene instaladas en su estudio y que también llaman la atención de Ana).Fernando pertenece a un universo cultural que ha tenido que renunciar por causa de la derrota en la guerra a la transmisión de sus ideales de vida. Es ahora una voz callada, que escribe, lee, piensa, en definitiva vive en la noche y que calla de día en el panorama de una sociedad resignada, triste y gris.

Las niñas van a crecer, a abrir los ojos al mundo un tanto abandonadas en ese sentido, como la figura del monstruo de Frankenstein al que su creador, en un pecado pedagógico evidente, abandona una vez fabricado.

En ese momento inaugural del descubrimiento del mundo, a Ana y su hermana Isabel les acompaña una escuela tradicional y un padre que no puede dar de sí todo lo que podría, aunque no por probablemente por su voluntad sino atenazado por el ambiente hostil y represivo de una posguerra que barrió el avance intelectual y cultural de la España de la República.

Es el momento de la creación de la relación del ser con el mundo que dice Meireu, el momento clave de su revolución copernicana de la filosofía: el que llega al mundo ha de ser acompañado al mundo e introducido en el mundo por quienes le han precedido.

Aún así, la excursión de Fernando con sus hijas al campo buscando setas y la forma de transmitir sus conocimientos en micología, nos presenta la vertiente positiva de esa relación. Lo que con Meirieu diríamos que constituye una restitución de los saberes como respuestas, tendiendo puentes entre los conocimientos y la realidad y sobre todo tendiendo puentes con la tradición, enfentarse a los problemas a los que otros se han enfrentado, proponernos sus soluciones y transformando el aprendizaje con su posibilidad de transferencia. El criterio para distinguir las setas venenosas que Fernando había escuchado de su padre y que transmite a sus hijas, la advertencia sobre la peor de las setas que luego Ana en su huida no sabemos si utilizará.....

Pero lo que prima en el ambiente es una sensación de aislamiento personal, el silencio obligatorio que vela las relaciones de los adultos, una claustrofobia especie de claustrofobia social, un determinismo de colmena, que impiden la construcción de contextos de aprendizaje abiertos a otros campos o más bien a otros valores y sentimientos.

Y es ese el momento, Ana está sola y sola escucha la voz del monstruo que ya no sabemos si en sueño le habla y le invita al fin a “ser obra de sí misma”

1“LA BUTACA - El espíritu de la colmena,” s.d., http://www.labutaca.net/films/22/elespiritudelacolmena.htm.
2Philippe Meirieu, Frankenstein educador (España: Laertes, 1998), 137.
3Jordi Balló y Xavier Pérez, La semilla inmortal : los argumentos universales en el cine, 4º ed. (Barcelona: Anagrama, 2007), 276-290.
4Tomás Valero Martínez, “¿Sabías que “El espíritu de la colmena” se inspira en u « CineHistoria,” s.d., http://www.cinehistoria.com/?tag=%C2%BFsabias-que-el-espiritu-de-la-colmena-se-inspira-en-u.

martes, 27 de abril de 2010

Canciones tristes

Vista mi afición por las canciones y los cantantes tristes, voy a exprimirla un poco más. No mucho porque si no, no hay quien lo resista.

Existe una pagina que se ha molestado en recoger las, segun ellos, 25 canciones mas tristes: http://www.spinner.com/2007/05/03/the-25-most-exquisitely-sad-songs-in-the-whole-world-no-25/

Están todas en inglés. De modo que voy a ir presentando otras canciones tristes.
Por ejemplo, del gran Serge Gainsbourg.

 

lunes, 15 de marzo de 2010

Ante las opiniones superficiales, nada como algún artículo radical (de los que van a la raiz) para dejar más o menos claro un tema.
En este caso el del impuesto de Sucesiones, desde la perspectiva de un teórico aun no especialista,  que habla desde el sentido común y el análisis racional.
Al final va a ser verdad que la socialdemocracia (seguramente a Ovejero no le gustaría el calificativo, ya que supongo que el se reclama algo más a la izquierda, si me fío de sus escritos de "Mientras Tanto") no es más que derechos civiles y un sistema impositivo progresivo.

Pues eso. Aquí queda para futuras referencias.

TRIBUNA: FÉLIX OVEJERO LUCAS

Sucesiones

FÉLIX OVEJERO LUCAS 05/03/2010
"Dos linajes solos hay
en el mundo... que son
el tener y el no tener"
Quizá sea cosa de acordarse de la sabiduría de Sancho en estos días que pintan bastos para la progresividad fiscal, en especial para el impuesto de sucesiones. Su verdugo más inmediato es el aumento de las competencias autonómicas, sus consecuencias, paradójicas. Pues si, por una parte, se multiplica el número de leyes, por otra, en los asuntos más importantes, dejan impotentes a las administraciones para hacerlas efectivas. No hay gobierno regional que se atreva a mejorar los derechos laborales o ambientales ante en temor de que las empresas salgan huyendo a otra autonomía mejor dispuesta. Y que nadie lo dude, siempre habrá alguna dispuesta a dar el primer paso, porque sabe que si no lo dará su vecina. Todos aumentan unas competencias que no puede ejercer nadie. Tampoco el Estado común, que ya no las tiene. Para evitar estas cosas se inventaron los Estados modernos.
Pero el impuesto de sucesiones también es víctima de críticas ideológicas de una pobretería anonadante que circulan sin que nadie les tantee los fundamentos. De modo que, aunque sólo sea como ofrenda y responso, quizá no sobre recordar los avales del difunto.
En su presentación más general la crítica apela a la libertad, supuestamente socavada por el Estado que se entrometería en la vida de las gentes. De dos maneras. Porque nos impediría hacer lo que queremos con lo nuestro y porque, a través de la redistribución, eximiría a los individuos de la responsabilidad de gestionar su propia vida, cuando les evita asumir las consecuencias de su libertad, de sus errores y sus aciertos. El Estado, paternal, "tomaría decisiones por nosotros". A algunos incluso se les calienta la boca y, sin cortarse un pelo, rematan la función diciendo que ese impuesto, como todos, es un robo.
Vamos a dejar aparte la última tontería que, en todo caso, debería dilucidarse en los tribunales, puesto que se acusa al Estado de cometer un delito. Empecemos por la primera. Sencillamente es falso que uno pueda hacer lo que quiera con lo suyo. Nadie puede atropellar a otro con su coche, comprarle un órgano para trasplante o pagar a un niño para su disfrute sexual. Hay ciertos principios que están por encima del "libre" uso de la propiedad. El liberalismo de tertuliano maneja con bastante obscenidad la idea de libertad. Con sus mismas licencias uno podría sostener que peligra la libertad de arrebatarles las cosas a sus legítimos propietarios o de torturar a los animales.
El Estado, si las leyes son justas, es la garantía de la libertad. Y el que no lo entienda, a la Facultad de Derecho.
Las prohibiciones más impor-tantes protegen algunas cosas que consideramos innegociables, entre ellas, el ejercicio de la ciudadanía. Los derechos, que cuestan dinero, no están sometidos a consideraciones de oportunidad o de eficacia. No se puede, por ejemplo, contratar a una persona como esclavo. Tampoco podemos comprar los votos y acumularlos, como se hace con el dinero. La común comparación entre la democracia y el mercado, que equipara la competencia de los partidos por los votos con la competencia de las empresas por los clientes, iluminadora en tantos aspectos, encuentra aquí uno de sus límites.
Mientras como ciudadanos todos contamos igual, en el mercado pesa más la voz de los que más tienen. No es verdad que en el mercado todas las demandas estén presentes. El mercado sólo atiende a las voces de quienes disponen de dinero, el único código cuyas señales reconoce. Si tienes mucho, tu voz atruena. Si no tienes, no se te oye. Nada que ver con lo que sucede en la democracia, donde cada cual tiene su voto y su voto pesa tanto como el de los demás. Y nos alejamos y corrompemos aquel ideal cuando la desigual distribución de la riqueza se traduce en desigual capacidad de influencia política, por ejemplo, decidiendo qué asuntos son los importantes. La desigualdad de riqueza, que puede estar justificada, si, por ejemplo, es resultado de un desigual esfuerzo, no justifica la desigualdad política que pudiera propiciar. Cuando unos pueden convertir sus problemas en los problemas de todos porque disponen de más poder económico, el ideal de ciudadanía se empieza a pervertir. Algo que pasa de mil maneras. Si quieren un ejemplo reciente, menor en su vuelo pero no en su trastienda moral: los informativos políticos de un país con cuatro millones de parados ven como un acontecimiento el cierre de un restaurante postinero.
El otro argumento critica el paternalismo del Estado. Cada uno es responsable de su vida y debe asumir las consecuencias de sus decisiones. Algo con lo que estoy bastante de acuerdo. Yo y quienes han defendido en serio el ideal de ciudadanía, cuyas trazas esenciales quedan bien recogidas y precisadas en el lema "ninguna desigualdad sin responsabilidad". Las sociedades estamentales resultaban condenables, entre otras razones, por los privilegios, porque unos individuos poseían derechos que les estaban negados a otros por su linaje, porque habían nacido en ciertas familias, algo que, desde luego, no era elección o mérito del recién llegado al mundo.
Los combates políticos más importantes del siglo XIX, casi todos encabezados por la izquierda, buscaban extender de modo consecuente aquel ideal: para acabar con el sufragio censitario, para defender el voto de los negros o el de las mujeres, algo, el voto de las mujeres, que, por cierto, es cosa de anteayer (en Suiza de 1971, en Liechtenstein de 1984, por no irnos muy lejos). Sencillamente, el nacer así o asá, por aquí, allá o acullá, no es responsabilidad de nadie y no se ve por qué debería justificar un desigual acceso a las oportunidades vitales que equivale, de facto, a una desigual libertad, en un sentido nada metafórico de la idea de libertad.
Exactamente eso, la desigualdad de acceso a las oportunidades vitales, no relacionada con decisiones de los individuos, es lo que parecen querer consagrar los críticos del impuesto de sucesiones: el linaje del tener.
Y que nadie dude sobre la relación entre unas desigualdades y otras. Y el que dude que eche una mirada a la investigación recién facturada, y recién traducida, de Wilkinson y Pickett, Desigualdad, en donde se muestra que las sociedades más desiguales en el plano material, además de puntuar peor en casi todos los indicadores de calidad de vida, son también más desiguales en lo que atañe a posibilidades de educación, salud y mil cosas más, todas ellas bastante importantes para el desarrollo de las capacidades humanas más fundamentales. Vamos, para muchos, sentencias irrevocables a vidas aperradas.
Algunos, a la vista de que la crítica de principio flaquea, echan mano de las consecuencias, de la eficacia. Según ellos, las gentes si no legan a los suyos, no trabajan y, a la postre, habría menos para todos, ricos o pobres. Otro día habrá que ocuparse de este argumento, también endeble. En todo caso, no está de más recordar que el que las cosas sean de ese modo -si es que lo son, que no- no es independiente de que demos por buenos los argumentos anteriores.
Si cada mañana por la radio nos llega la homilía de que los impuestos son un robo, es normal que nos mostremos reticentes a allanar el camino al delito; pero si la descripción cambia y entendemos que tan delincuente es el que trampea con los votos como con los impuestos, también cambiarán las disposiciones. No queremos que nos roben, pero tampoco queremos ser ladrones. La sensibilidad de los ciudadanos en las mejores democracias hacia la evasión fiscal, comparable a la que experimentarían ante un fraude electoral, algo nos enseña.
Pero para llegar a eso hay que comenzar por no rebajar un milímetro las aristas de los argumentos, llamar a las cosas por su nombre y, si se tercia, cuando nos vienen con el cuento de que los impuestos son un robo, llamar también por su nombre a quienes ensucian las cosas con las palabras.

lunes, 1 de febrero de 2010

Desarrollo y capital humano

Guillermo de la Dehesa me parece uno de los mejores cerebros económicos de  la izquierda moderada en este pais.
En este artículo reflexiona sobre la oportunidad perdida en España en los últimos años de crecimiento económico e indirectamente nos da la pista para utilizar una senda de crecimiento inexplorada en nuestro pais: la formación. Pero claro, la formación requiere estudio, requiere disciplina, requiere esfuerzo personal....además de recursos. Y produce a largo plazo: mejores y más formados ciudadanos....¡y votantes!.

¿Tendremos la valentía de ir por ese camino?.
En concreto en las Islas Canarias, donde vivo actualmente, el aislamiento, la distancia, la escasez de materias primas....y el maná que ha supuesto el turismo de sol y playa, han sido una buena excusa para no desarrollar este capital humano que al fin y al cabo dispondría de un entorno en el que la calidad de vida tiene como mínimo asegurado el factor climático  ( es decir luz,salud, alegría, ...)




Laboratorio de ideas
Es hora de apostar por el capital humano


GUILLERMO DE LA DEHESA
NEGOCIOS - 31-01-2010

Los modelos de crecimiento neoclásicos establecían que el crecimiento aumentaba con la utilización y acumulación de los dos factores básicos de producción (capital físico y trabajo) y su productividad conjunta que crecía a largo plazo a una tasa dada de progreso técnico que era exógeno. Como la acumulación de capital físico mostraba rendimientos decrecientes a escala, llegaba a alcanzarse un estado "estable" en el que el stock de capital crecía con el PIB, la relación capital-producto tendía a ser constante y podía darse una convergencia de renta por habitante entre países a largo plazo.
Hoy, los nuevos modelos de crecimiento endógeno determinan que dicho crecimiento está definido por la acumulación de capital físico (bienes de equipo e infraestructuras) y de capital humano (antes trabajo y ahora además educación, formación e I+D+i) siendo ahora el progreso técnico o productividad total de los factores (PTF) endógeno, al depender de políticas que mejoren el nivel de capital humano, luego dicha convergencia a largo plazo no es segura. Estos modelos confirman que el capital humano produce rendimientos crecientes a escala mientras que la acumulación de capital físico sólo produce rendimientos constantes ya que el capital humano determina el nivel de conocimiento y de producción de nuevas ideas y éstas tienen dos ventajas fundamentales: que son independientes del capital físico ya que pueden crearse sin él y que a diferencia de éste y de los objetos, no son rivales. El capital físico es rival, es decir, la utilización por una persona de un ordenador, un torno, un automóvil, una infraestructura o un átomo (la base primaria de un objeto) excluye que otras personas los puedan utilizar simultáneamente. El conocimiento y las ideas no son rivales ya que pueden utilizarse por todo el mundo al mismo tiempo sin que su utilización por una persona excluya a las demás. Por ejemplo, el diseño de un chip puede ser utilizado por miles de fábricas en todo el mundo sin necesidad de tener que ser reinventado o reproducido cada vez que se produce el objeto o chip y una invención puede utilizarse simultáneamente por todas las personas del mundo que obtengan acceso a ella. Además, las ideas y el conocimiento son independientes de los objetos, ya que mientras que éstos necesitan átomos elementales para serlos, las ideas son instrucciones necesarias para organizar dichos átomos y producir objetos. Estas características únicas del conocimiento hacen que el crecimiento pueda llegar a ser sostenible incluso cuando los objetos o sus materias primas sean finitos, puesto que a través de las ideas pueden encontrarse nuevas formas de organizar los átomos ya existentes para producir nuevos objetos. Por ejemplo, agua, azúcar y sal son objetos rivales, pero alguien tuvo la idea, no rival, de combinarlos, salvando así a millones de niños de morir de diarrea (ORT). Además, el conocimiento y las ideas pueden hoy transmitirse y difundirse por medios electrónicos con costes de transporte cercanos a cero, mientras que el coste de transporte del capital físico es mucho más elevado. En definitiva, dada una tecnología o un estado de conocimiento, los factores de producción que son rivales, como el trabajo, el capital físico y el territorio, suelen tener rendimientos constantes o decrecientes a escala, mientras que las ideas producidas a través del capital humano, al no ser rivales, tienen rendimientos crecientes a su acumulación. Ahora bien, la no rivalidad y sus rendimientos crecientes entran en conflicto con la competencia perfecta y con la "mano invisible" de Adam Smith, ya que la remuneración de las ideas antiguas no rivales, al tener un coste marginal cercano a cero, puede llegar a impedir el esfuerzo de investigar para crear nuevas ideas. En competencia perfecta, la eficiencia dicta que el precio debe de ser igual al coste marginal, pero con rendimientos crecientes el precio necesita exceder dicho coste marginal para poder incentivar la creación de nuevas ideas. De ahí que se haya creado un sistema de competencia imperfecta, como el actual, que incentiva y protege la creación de nuevas ideas e invenciones mediante un periodo de explotación de su innovación y sus patentes, en régimen de monopolio temporal, que permita a sus creadores resarcirse a posteriori del coste tan elevado en el que han incurrido inicialmente. De no ser así, al no producirse nuevas ideas, la tasa de crecimiento mundial sería mucho menor. Sin embargo, la competencia se mantiene ya que existe un proceso creciente de "destrucción creadora" en el que nuevas ideas expulsan y sustituyen a las anteriores. La evidencia empírica muestra que los retornos de la inversión privada en conocimiento e innovación son entre dos y tres veces mayores, según los países, que la inversión en capital físico. Además, dichos retornos se duplican al tener en cuenta sus efectos "derrame" a otras empresas, al ser su retorno social mucho mayor que su rendimiento privado. Su rentabilidad privada depende de los años de protección de la patente y como ningún sistema de propiedad intelectual garantiza una protección total, parte del nuevo conocimiento generado en una empresa puede terminar estando disponible para otras empresas o investigadores reduciendo así su coste de innovar. Además, cada nueva idea es siempre germen de nuevas ideas futuras. Otras evidencias muestran que: el aumento de cuatro años de las tasas de escolarización en Estados Unidos ha explicado el 30% del crecimiento del producto por hora trabajada entre 1950 y 1993 y el aumento del stock de nuevas ideas ha explicado el 70% restante; el mayor y más rápido uso de las TIC en Estados Unidos entre 1994 y 2004 ha permitido aumentar su productividad media al 4,5% anual (frente al 2% de la UE) y al 10% la de sus sectores productores y utilizadores de TIC y las nuevas ideas han sido responsables de entre el 40% y el 60% del aumento de la PTF según los países. Más todavía, la creciente globalización de bienes, servicios, capitales y personas ha creado un nuevo círculo virtuoso puesto que el mercado potencial de las ideas no rivales es ya casi global y la población que las crea o las utiliza se ha duplicado casi gracias a la apertura exterior de los países emergentes, produciendo un aumento todavía mayor de sus rendimientos, de los incentivos para innovar y del crecimiento mundial. Esto explica que a pesar de casi duplicarse el número de personas disponible con capacidad de crear ideas que está determinado por el volumen de la población y por su nivel educativo, la prima salarial de los que las crean o utilizan no ha caído. Finalmente, muchos países en desarrollo están ahora intentando mejorar sus instituciones sociales, legales y políticas, al constatar que restringen su potencial de crecimiento al impedir que adopten y utilicen nuevas ideas. Dado que estas instituciones son asimismo ideas o invenciones que conforman la asignación de recursos, pueden y deben cambiarse. Por último, siendo Estados Unidos el principal productor de nuevas ideas y conocimiento, es necesario que un creciente porcentaje de la población no angloamericana aprenda inglés. Pues bien, a pesar de estas contundentes evidencias, España lleva más de una década apostando más por la acumulación de capital físico que por la de capital humano, lo que ha hecho que el crecimiento de su productividad laboral haya sido cercano a cero y el de su PTF negativo. Es ahora imprescindible apostar en serio por el capital humano si queremos un futuro próspero y sostenible.

El artículo original en : http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/hora/apostar/capital/humano/elpepueconeg/20100131elpneglse_9/Tes 




Reactivarse o morir

Entre los buenos principios para este año tenía el de reactivar mi blog. Siendo yo mi único lector, pero no renunciando a otros, me pregunto por qué no utilizo más a menudo este sitio para localizar artículos que leo en prensa y me gustan o post en otros blogs o cualquier material que me estimule o suministre argumentos para mis intereses.

Intentaré hacerlo a partir de este mes que comienza, y esta entrada  supone un compromiso conmigo mismo.

Hoy es tarde y solo realizo algunos cambios de diseño y copio un artículo que me ha interesado en la prensa de hoy.

Tengo un par de artículos pendientes de Verdú y de Argullol  que leí en su dia en papel (para eso sigo siendo un clásico) y que, una vez localizados, colgaré aquí.

El otro filón de entradas que también me impongo como disciplina es comentar los libros que voy leyendo y los que voy empezando y se quedan parados (como Caín de Saramago, que ahí lleva un par de meses el pobre sobre la mesilla de noche).

Entrada destacada

¿usted es enemigo de Israel (pulse uno) o de Palestina (pulse dos)?

Me gustó ayer esta reflexión de Joaquín Luna en La Vanguardia. Banalizar la reflexión racional es lo que tiene. Como en las películas del oe...